El endemoniado aroma del sándalo

En el libro cuarto de su relato, Pigafetta cuenta lo que le dijeron los nativos de una de las islas en las cuales hicieron escala. Según la experiencia de los nativos, repetida una y mil veces, cada vez que iban a cortar sándalo se les aparecía un demonio que podía tomar varias formas y que les permitía pedir cuanto necesitaran. Esas apariciones, sin embargo, los llenaban tanto de temor que caían enfermos y así quedaban durante varios días.

En la mayor parte de las ediciones de la relación de Pigafetta aparece allí alguna nota del editor de turno o del comentador estudioso. En esas notas, en general, se busca la explicación racional de la experiencia de los nativos de la isla. Dicen, por ejemplo, que quienes trabajan en cortar el sándalo enferman por el intenso aroma que exhala el árbol. Los nativos, ciertamente, se acercaban mucho más a la poesía que los comentadores.

De todas formas la explicación es inútil. ¿Acaso no decían los nativos que el demonio podía tomar diversas formas? ¿Por qué no habría de tomar la impensable forma de un aroma? Nos conviene, como les convenía a los nativos, quedarnos con el demonio y sonreír ante las cándidas explicaciones. Y luego disfrutemos el aroma del sándalo, que mejor huele sin explicación ninguna.

Imagen de xbqs42 en Pixabay 

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