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Las flores en la poesía española II

Desde siempre la poesía, la lírica, ha escogido distintos símbolos para reflejar estados de ánimo y sentimientos y, precisamente por ello, las flores suelen acompañar con su presencia multitud de poemas. Las flores y su uso que ya se pueden considerar como tópicos literarios en muchos poemas, con una larga tradición sus espaldas. De una manera que nunca será exhaustiva vamos a tratar de centrar algo más el papel de las flores en la poesía española.La rosa debe ser una de las más evocadas por su belleza, pero también porque es efímera y a menudo sirve de advertencia a aquellos que creen que lo mundanal ha de durar, cuando es justo lo contrario. La azucena o las flores de azahar son indicadoras de pureza, de candor, de virginidad al lado de los lirios o de la flor del alhelí o los nardos. La violeta o la amapola como humildes presencias, cada una en su territorio, una en jardines y otra de manera salvaje, casi descuidada. La margarita como señal de los estados de ánimo volubles o infinidad de flores que aportan alegría, tristeza, melancolía, dramatismo o ternura a los poemas.
EDAD MEDIA
Si volvemos la mirada atrás, en una ejemplificación rápida ya Gonzalo de Berceo en su Introducción alegórica a los Milagros de Nuestra Señora describe un lugar deleitoso cuajado de flores:
"La verdura del prado, la olor de las flores,
las sombras de los árboles de tempranos sabores
refrescaron me todo, e perdí los sudores
podrie vevir el omne con aquellos olores".

La poesía popular medieval, que se recoge en los "Cancioneros", no deja de incluir el saber popular y la referencia a las flores como elementos que se pueden identificar claramente con el amor y su cortejo:
"Lindas son rosas y flores,
más lindos son mis amores".
"Ya florecen los árboles, Juan:
¡mala seré de guardar!
Ya florecen los almendros
Y los amores con ellos
Juan,
Mala seré de guardar.
Ya florecen los árboles, Juan:
¡mala seré de guardar!"
En los Romances, ya a finales de la Edad Media, la alusión a flores, a árboles, a elementos vegetales no es infrecuente. Sin ir más lejos allí tenemos los espléndidos versos del "Romance del Conde Olinos", que nos hablan del amor poderoso más allá de la muerte:
"De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar,
crece el uno, crece el otro,
juntos se van a abrazar".
En las "Serranillas", el marqués de Santillana, Iñigo López de Mendoza, recrea también un escenario propicio para estas muchachas bellas y gráciles. Leemos en "La moçuela de Bores":
"Mas vi la fermosa
de buen continente,
la cara plaziente,
fresca como rosa,
de tales colores
cual nunca vi dama,
nin otra, señores".
RENACIMIENTO
Garcilaso de la Vega, en el Renacimiento, emplea la rosa, una de las flores más aludidas de todos los tiempos, para recordarnos que todo es efímero y que vivamos la vida la juventud, sobre todo, las mujeres; además de comparar el color de su dama con el de la azucen por su especial blancura:
"Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre"
Y Fray Luis de León, a manera franciscana y con falsa modestia, todo hay que decirlo, opinaba que sus "poemas eran florecillas que se le cayeron de las manos", aunque, bien es cierto que se trata de una poesía muy trabajada. Así, en la "Oda a la Vida retirada", influida por Horacio, pondera la vida alejada del "mundanal ruido", es decir un beatus ille y, en una de las liras, leemos:
"Del monte en la ladera
por mi mando plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto".
Aún en el S. XVI, San Juan de la Cruz, el gran místico español, en el "Cántico espiritual", mediante una ambientación bucólica, intenta explicar la vía unitiva; esto es, la unión del Alma con Cristo. De este modo dice la Esposa:
"Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras".
En otro momento añade, ya cuando se ha encontrado con el Esposo:
"Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mi escudos de oro coronado".
Y en pleno diálogo amoroso, culmina:
"¡Oh ninfas de Judea,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales
y no queráis tocar nuestros umbrales..."
BARROCO
Los poetas barrocos -Góngora, Quevedo...- fueron más lejos y, llevados de su pesimismo que no era otro que el de la época, mostraron la rosa y las demás flores -clavel, alhelí...- como símbolo de la propia vida, que es polvo, humo, nada; como símbolo de las glorias mundanas que no nos trascienden, aunque Góngora es capaz de aunar las dos caras, la más festiva y alegre, con sus letrillas, y aquella otra pesimista y dura con sus poemas severos:
"Las flores del romero,
niña Isabel,
hoy son flores azules,
mañana serán miel".
(Góngora)
"Flor es el jazmín, si bella,
no de las más vividoras,
pues dura pocas horas
que rayos tiene de estrella;
si el ámbar florece, es ella
la flor que él retiene en sí.
Aprended, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y sombra mía aun no soy".
(Góngora)
"Goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue tu edad dorada
oro, lilio, clavel luciente,
no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Góngora en "Prevención ante el Amor", un magnífico soneto, advierte a los amantes sobre los peligros del amor, porque entre las flores puede esconderse la serpiente:
"Amor está, de su veneno amado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas, que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno;
Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora.
Y sólo del Amor queda el veneno".
Lope de Vega, el Fénix de los Ingenios, escribió poesía y hay muchos poemas populares que se le atribuyen y en los que destacan también la presencia de plantas y flores, puesto que se pondera la vida rural:
"A la viña viñadores,
que sus frutos de amores son;
a la viña tan garrida,
que sus frutos de amores son;
ahora que está florida,
que sus frutos de amores son,
a las hermosas convida
con los pápanos y flores:
a la viña, viñadores,
que sus frutos amores son".
O un "Cantar de siega" en donde habla del color de la piel de las mujeres que trabajan en el campo, que empiezan siendo blancas -azucena, dice aquí- y acaban siendo morenas, cuando el ideal de belleza de la época era el color pálido, que indicaba que la mujer poco trabajaba en menesteres campesinos:
"Mi edad al amanecer
era lustrosa azucena;
diome el sol y ya soy morena".
ILUSTRACIÓN
Los ilustrados en el S. XVIII no consideraban que la poesía fuese un negocio serio ya que sus afanes iban por otros derroteros, como cambiar el país y modernizarlo. Sin embargo, la poesía didáctica, moralizante, ejemplificadora también echa mano de las flores. Así José Antonio Porcel en "Fábula de Alfeo y Aretusa" dice, describiendo a la ninfa:
"No ilustró del Taigeto la escabrosa
cumbre ninfa más bella, pues la frene
en cada estrella vence luminosa
los ojos, que abre el cielo transparente;
de cuanto en sus mejillas mezcla hermosa
hizo con el jazmín, clavel ardiente,
queda un, que en dos hojas se señala,
que encierra perlas, y ámbares exhala."
Gaspar Melchor de Jovellanos empieza la "Epístola a Batilo" de esta manera:
"Verdes campos, florida y ancha vega,
donde Bernesga próvido reparte
su onda cristalina; alegres prados...".
Ahora bien, los autores deciochescos son más prácticos y a menudo ven más el fruto que las flores. Samaniego en "La zorra y las uvas" así lo explica:
"Cansábala mil ansias y congojas
no alcanzar a las uvas con la garra,
al mostrar a sus dientes la alta parra
negros racimos entre verdes hojas".
José Iglesias de la Casa en "La rosa de abril" escribe una letrilla en donde esta rosa simboliza la juventud efímera:
"Zagalas del valle,
que al prado venís
a tejer guirnaldas
de rosa y jazmín,
parad en buen hora
y al lado de mí
mirad más florida
la rosa de abril".
Juan Meléndez Valdés escribe anacreónticas en donde pondera el goce de los sentidos. Lo leemos en la "Oda De is niñeces":
"Siendo yo niño tierno,
con la niña Dorila
me andaba por la selva
cogiendo florecillas,
de que alegres guirnaldas
con gracia peregrina,
para ambos coronarnos,
su mano disponía."
En "El amor mariposa" compara el amor con una mariposa que va de flor en flor:
"Ya en el valle se pierde,
ya en una flor se para,
ya otra besa festivo,
y otra ronda y halaga".
En "La paloma de Filis" compara el regazo de la dama con las azucenas y él bien quisiera reposar allí como una palomita:
"Inquieta palomita,
que vuelas y revuelas
desde el hombro de Filis
a su hala de azucenas;
si yo la inmensa dicha
que tú gozas, tuviera,
no de lugar mudara,
ni fuera tan inquieta".
ROMANTICISMO
En el Romanticismo, las flores, los vergeles aparecen para ilustrar múltiples poemas, sobre todo aquellos que aluden a Al-Andalus, como pueden ser las Orientales de Zorrilla, llenas de ritmo y magia.

"Tengo un palacio en Granada,
Tengo jardines y flores,
Tengo una fuente dorada
Con más de cien surtidores"
La búsqueda romántica es irrealizable, operan en el vacío, se sienten desposeídos; de ahí que, por ejemplo, Novalis, aunque no sea un poeta español, ande buscando la flor azul.
Hermosa es, sin duda la composición de Juan Eugenio Hartzenbusch "La Flor No me olvides" donde recrea el origen legendario de esta flor:
"Una flor azul celeste
vio flotar sobre las aguas,
y con un tierno suspiro
dijo entre sí estas palabras:
"¡Flor infeliz, de una vida
que ser no pudiera larga,
bien temprano te despojan
esas olas inhumanas!".
José de Espronceda en el Canto a Teresa, recuerda su gran amor por Teresa Mancha que ya ha muerto y lo plasma en octavas reales, en alguna escoge las flores como imagen poética con la que identifica a la amada:
"Que yo como una flor que en la mañana
Abre su cáliz al naciente día,
¡Ay! Al amor abrí tu alma temprana,
Y exalté tu inocente fantasía
Yo, inocente también, ¡oh! Cuán ufana
Al provenir mi mente sonreía,
Y en alas de mi amor con cuanto anhelo,
Pensé contigo remontarme al cielo!"
Gertrudis Gómez de Avellaneda en "A él" se ve a sí misma como una flor, la flor de su juventud:
"Melancólico fulgor
Blanca luna repartía,
Y el aura leve mecía
Con soplo murmurador
La tierna flor que se abría"
Enrique Gil y Carrasco escribe un largo poema, "La violeta" en el que identifica su soledad, su propio estado de ánimo con una violeta:
"Tú allí crecías olorosa y pura
Con tus moradas hojas de pesar;
Pasaba entre la yerba tu frescura,
De la fuente al confuso murmurar".
Carolina Coronado dedica un poema a la "Rosa blanca" en el que nos habla delo efímero de la vida y del papel de los poetas:
"La luz del día se apaga;
Rosa blanca, sola y muda,
Entre los álamos vaga
De la arboleda desnuda,"
(...)
"El poeta, "suave rosa"
Llamóla, muerto de amores...
¡El poeta es mariposa
Que adula todas las flores!
Bella es la azucena pura,
Dulce la aroma olorosa,
Y la postrera hermosura
Es siempre la más hermosa".
Gustavo Adolfo Bécquer no podía ser ajeno a las flores y plantas en sus Rimas habla de "azules campanillas, violetas y azucena tronchada" y también, en unos célebres versos de que la naturaleza nunca es la misma porque todo pasa:
"Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar
Y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día...
Esas... ¡no volverán!"
Rosalía de Castro tampoco se olvida de las flores ni de que las rosas tienen espinas:
"En su cárcel de espinos y rosas
Cantan y juegan mis pobres niños,
Hermosos seres desde la cuna
Por la desgracia ya perseguidos".

Fotografía  Don Rulfo

Sakura, Flor Nacional del Japón



La flor o el sakura de la cereza es flor nacional oficiosa de Japón. Celebrado por muchos siglos, la flor ocupa una posición muy importante en la cultura japonesa. Hay docenas de variedades del cerezo en Japón,  Somei Yoshino y Yamazakura son las variedades mas comunes, aunque, cientos de variedades se pueden encontrar en Japón. Shidarezakura, Ichiyo, Ukon, Kanzan, Fugenzo, Shogetsu y Kikuzakura son algunas de las otras variedades. Los japoneses celebran la época floreciente del año con los partidos de la visión de la flor del hanami o de la cereza bajo los árboles florecientes.

La época floreciente de los cerezos depende de la localización geográfica y del clima. En Japón meridional, las islas subtropicales de Okinawa, las flores de la cereza se abren desde enero, mientras que en la isla norteña de Hokkaido, florecen tan tarde como mayo. En ciudades entre, incluyendo Tokio, Kyoto y Osaka, la estación de la flor de la cereza baja alrededor de finales de marcha y de comenzar de abril.

Flores del amor en los tiempos del cólera


De todos modos iba a enviar una corona de gardenias, por si acaso Jeremiah de Saint – Amour había tenido un último minuto de arrepentimiento. (16)

(Juvenal Urbino) Se levantaba con los primeros gallos, y a esa hora empezaba a tomar sus medicinas secretas: bromuro de potasio para levantar el ánimo, salicilatos para los dolores de los huesos en tiempo de lluvia, gotas de cornezuelo de centeno para los vahídos, belladona para el buen dormir. (16)

Desayunaba en familia, pero con un régimen personal: una infusión de flores de ajenjo mayor… (17)

El doctor Urbino reconoció de cerca la pesadumbre de las ciénagas, su silencio fatídico, sus ventosidades de ahogado que tantas madrugadas de insomnio subían hasta su dormitorio revueltas con la fragancia de los jazmines del patio, y que el sentía pasar como un viento de ayer que nada tenía que ver con su vida. (22)

El portón se había abierto sin ruido, y en la penumbra interior estaba una mujer madura, vestida de negro absoluto y con una rosa roja en la oreja. (23)

… puso en el fogón el agua para el café, se vistió de luto cerrado y cortó en el patio la primera rosa de la madrugada. (27)


la misma ciudad ardiente y árida de sus terrores nocturnos y los placeres solitarios de la pubertad, donde se oxidaban las flores y se corrompía la sal… (28)

Había toda clase de pájaros de Guatemala en las jaulas de los corredores, y alcaravanes premonitorios y garzas de ciénaga de largas patas amarillas, y un ciervo juvenil que se asomaba por las ventanas por comerse los anturios de los floreros (35)

El patio era igual al claustro de una abadía, con una fuente de piedra que cantaba en el centro y canteros de heliotropos que perfumaban la casa al atardecer. (51)

Fermina Daza estaba cambiada sin el uniforme escolar, pues llevaba una túnica de hilo con muchos pliegues que le caían desde los hombros como un peplo, y tenía en la cabeza una guirnalda de gardenias naturales que le daban la apariencia de una diosa coronada (87)

Florentino Ariza, con una camelia blanca en el ojal de la levita, atravesó entonces la calle y se paró frente a ella. (87)

Él le ofreció entonces la camelia que llevaba en el ojal. Ella la rechazó: “es una flor de compromiso”. (88)

Le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y después a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera. Prescribió infusiones de flores de tilo para entretener los nervios… (89)

Fue esa la época en que cedió a las ansias de comerse las gardenias que Tránsito Ariza cultivaba en los canteros del patio, y de ese modo conoció el sabor de Fermina Daza. (93)

Trastornado por la dicha, Florentino Ariza pasó el resto de la tarde comiendo rosas y leyendo la carta, repasándola letra por letra una y otra vez y comiendo más rosas cuanto más la leía, y a media noche la había leído tanto y había comido tantas rosas que su madre tuvo que barbearlo como a un ternero para que se tragara una pócima de aceite de ricino. (97)

Ansioso de contagiarla de su propia locura, le mandaba versos de miniaturista grabados con la punta de un alfiler en las puntas de las camelias. (99)

A Fermina Daza le bastó con ver la expresión de malicia radiante de la prima para que retoñara en la memoria de su corazón el olor pensativo de las gardenias blancas, antes de triturar el sello de lacre con los dientes y quedarse chapaleando hasta el amanecer en el pantano de lágrimas de los once telegramas desaforados. (121)

La ansiedad de Fermina Daza se disipó muy pronto, porque el viento fue favorable toda la noche, y el mar tenía un olor de flores que la ayudó a bien dormir sin las correas de seguridad. (136)

El mar parecía de ceniza, los antiguos palacios de marqueses estaban a punto de sucumbir a la proliferación de los mendigos, y era imposible encontrar la fragancia ardiente de los jazmines detrás de los sahumerios de muerte de los albañales abiertos. (149)

- Le he dicho a su hija que está como una rosa.
- Así es - dijo Lorenzo Daza - , pero con demasiadas espinas. (165)

Rogaba a Dios que la centella de la justicia divina fulminara a Fermina Daza cuando se dispusiera a jurar amor y obediencia a un hombre que sólo la quería para esposa como a un adorno social, y se extasiaba en la visión de la novia, suya o de nadie, tendida bocarriba sobre las losas de la catedral con los azahares nevados por el rocío de la muerte, y el torrente de espuma del velo sobre los mármoles funerarios de catorce obispos sepultados frente al altar mayor. (201)

El olor de Fermina Daza se fue haciendo poco a poco menos frecuente e intenso, y por último sólo quedó en las gardenias blancas. (205)

No iba en realidad sino a lo que iba, llevando siempre el regalo único de una rosa solitaria, y desaparecía hasta la siguiente ocasión imprevisible. (245)

Escondido en la penumbra de las lunetas, con una camelia viva latiéndole en el ojal de la solapa por la fuerza del anhelo, Florentino Ariza vio a Fermina Daza abriendo los tres sobres lacrados en el escenario del antiguo del antiguo Teatro Nacional, la noche del primer concurso. Se preguntó que iba a suceder en el corazón de ella cuando descubriera que él era el ganador de la Orquídea de Oro. Estaba seguro de que reconocería la letra, y que en aquel instante habría de evocar las tardes de bordados bajo los almendros del parquecito, el olor de las gardenias mustias en las cartas, el valse confidencial de la diosa coronada en las madrugadas del viento. (265)


Los malos eran los de las fondas lúgubres del puerto, donde lo mismo se comía como un rey o se moría de repente en la mesa frente a un plato de rata con girasoles… (266)

Le llamó la atención por su blancura de nácar, su fragancia de gorda feliz, su inmensa pechuga de soprano coronada por una magnolia artificial. (267)

“Me di cuenta por la manera como le temblaba la flor de la solapa mientras abrían los sobres”. Le mostró la magnolia de peluche que tenía en la mano, y le abrió el corazón:
- yo por eso me quité la mía – dijo. (268)

Desde ese momento, Florentino Ariza la vio con otros ojos. También para ella pasaban los años. Su naturaleza feraz se marchitaba sin gloria, su amor se demoraba en sollozos, y sus párpados empezaban a mostrar la sombra de las viejas amarguras. Era una flor de ayer. (275)

Pasó una esponja sin lágrimas por encima del recuerdo de Florentino Ariza, lo borró por completo, y en el espacio que él ocupaba en su memoria dejó que floreciera una pradera de amapolas. (282)

A la vuelta de unos años los dos rosales se habían extendido como maleza por entre las tumbas, y el buen cementerio de la peste se llamó desde entonces el Cementerio de las Rosas, hasta que algún alcalde menos realista que la sabiduría popular arrasó en una noche con los rosales y le colgó un letrero republicano en el arco de la entrada: Cementerio Universal. (298)

Vieron las murallas intactas, la maleza de las calles, las fortificaciones devoradas por las trinitarias, los palacios de mármoles y altares de oro con sus virreyes podridos de peste dentro de las armaduras.
Volaron sobre los palafitos de las Trojas de Cataca, pintados de colores de locos, con tambos para criar iguanas de comer, y colgajos de balsaminas y astromelias en los jardines lacustres. (310)



Era una típica casa antillana pintada toda de amarillo hasta el techo de cinc, con ventanas de anjeo y tiestos de claveles y helechos colgados en el portal, y asentada sobre pilotes de madera en la marisma de la Mala Crianza. (330)

Hablaban muchas horas, el viejo en la hamaca con su nombre bordado en hilos de seda,lejos de todo y de espaldas al mar, en una antigua hacienda de esclavos desde cuyas terrazas de astromelias se veían por la tarde las crestas nevadas de la sierra. (364)

El lunes, sin embargo, al llegar a su casa de la Calle de las ventanas, tropezó con una carta que flotaba en el agua empozada dentro del zaguán, y reconoció de inmediato en el sobre mojado la caligrafía imperiosa que tantos cambios de la vida no habían logrado cambiar, y hasta creyó percibir el perfume nocturno de las gardenias marchitas, porque ya el corazón se lo había dicho todo desde el primer espanto: era la carta que había esperado, sin un instante de sosiego, durante más de medio siglo. (380)

Pero aún: Los espacios de la memoria donde lograba apaciguar los recuerdos del muerto iban siendo ocupados poco a poco pero de un modo inexorable por la pradera de amapolas donde estaban enterrados los recuerdos de Florentino Ariza. (387)

Salió a una ciudad distinta,enrarecida por las últimas dalias de junio, y a una calle de su juventud por donde desfilaban las viudas de tinieblas de la misa de cinco. (393)


No tenía ni el tono, ni el estilo, ni el soplo retórico de los primeros años del amor, y su argumento era tan racional y bien medido, que el perfume de una gardenia hubiera sido un exabrupto. (399)

Así de vieja como estaba la habían escogido para recibir con un ramo de rosas a Charles Lindbergh cuando vino en su vuelo de buena voluntad… (418)

Una mañana mientras cortaba rosas de su jardín, Florentino Ariza no pudo resistir la tentación de llevarle una en la próxima visita. Fue un problema difícil en el lenguaje de las flores por tratarse de una viuda reciente. Una rosa roja, símbolo de una pasión en llamas, podía ser ofensiva para su luto. Las rosas amarillas, que en otro lenguaje eran las flores de la buena suerte, eran una expresión de celos en el vocabulario común. Alguna vez le habían hablado de las rosas negras de Turquía, que tal vez fueran las más indicadas, pero no había podido conseguirlas para aclimatarlas en su patio.
Después de mucho pensarlo se arriesgó con una rosa blanca, que le gustaban menos que las otras, por insípidas y mudas: no decían nada. A última hora, por si Fermina Daza tenía la malicia de darles algún sentido, le quitó las espinas.
Fue bien recibida, como un regalo sin intenciones ocultas, y así se enriqueció el ritual de los martes. Tanto, que cuando él llegaba con la rosa blanca ya estaba preparado el florero con agua en el centro de la mesita de té. Un martes cualquiera, al poner la rosa, él dijo de un modo que pareciera casual.
- En nuestros tiempos no se llevaban rosas sino camelias.
- Es cierto –dijo ella-, pero la intención era otra, y usted lo sabe.
(422)


- En la sociedad del futuro –concluyó-, usted tendría que ir ahora al camposanto, a llevarnos a ella y a mí un ramo de anturios para el almuerzo. (426)

Fermina Daza dio instrucciones al camarero de que la dejara dormir a su gusto, y cuando despertó había en la mesa de noche un florero con una rosa blanca, fresca, todavía sudada de rocío, y con ella una carta de Florentino Ariza con tantos pliegos como alcanzó a escribir desde que se despidió de ella. (449)

Algunas llevaban los cabellos adornados con hermosas flores de papa que empezaban a desfallecer con el calor. (464)

…el buque salió de la bahía con las calderas sosegadas, se abrió paso en los caños a través de las colchas de tarulla, lotos fluviales de flores moradas y grandes hojas en forma de corazón, y volvió a las ciénagas. (472)

Citas de la Editorial Oveja negra, Colombia 1985 
Fotografias Natalia Nievas

Las flores de Rtusamhara


Concepto de Rtusámhara

Significa Curso de las estaciones. En literatura sánscrita, es un poema erótico descriptivo, donde el excelso vate Kalidasa, florón de la cultura brahmánica y joya engarzada en la corona de Vikramáditya, refiere sucintamente las descripciones de su patria nativa, aptas para despertar el sentimiento erótico.

El Rtusámhara no es un calendario litúrgico ni astronómico, sino una guirnalda de flores, entretejidas con elementos de cada estación.
Estaciones del año y fiestas de la India
 

Seis estaciones distinguen el poema Kalidasiano: estío, lluvias, otoño, invierno, çiçira y primavera. Tal clasificación no responde a la general del mundo ni a la particular de la India, sino al tipo preexistente en Malava, tierra natal de Kalidasa, así como a la idea amorosa que deseaba desarrollar. Así realza y encarece mejor su fin apetecido, que dibuja a través de los ciclos anuales.
Ahora en el anfiteatro celeste, Súrya, disipador de las tinieblas, jinete del día, antorcha magnífica de los dioses, ojos de Agní y Mitrá, hoguera del universo en carroza triunfal, tirada por siete corceles amarillos y conducida por la Aurora-, marcha a través de las vías luminosas del celeste imperio, que un día trazó el poderoso Váruna.
28. Cubierta el agua por abundantes nelumbios, delicioso el perfume de la bignonia, agradable la aspersión del agua, venerable el haz de rayos lunares, transcurra para ti la estación estival, en compañía de los amantes, durante la noche, con melodiosas canciones en la azotea del palacio felizmente. (34)
LA ESTACION DE LAS LLUVIAS


Como vaca fecunda, que muge deseosa de alimentar al ternero, viene la estacion de las lluvias, resonante, cargada de nubes, anhelante de fertilizar al Kuruksetrá y con ánimo de nutrir de leche o agua bienhechora a todos los seres vivientes.

En los jardines, la salvia, las petunias, las maravillas, las begonias y pensamientos afloran sonrientes. Y en la selva, a través de los campos, bakulas, malatis, yuthikas, ketakis, pandanos, kadambas, nipas, árjunas, y sarjas, brizados por suave brisa, esparcen el polen de sus flores. (39)

2. con los esplendores de las hojas del loto azul no común, ora iguales al color del colirio oleoso, ora semejantes a los senos de mujer grávida, ha sido cubierto de nubes por todas partes el firmamento. (41)

5. con los brotes de hierbas, parecidos a turquesas de quebrado color, cubierta con los pétalos de la florida Kandali, la tierra, con sus luciérnagas, brilla cual bella mujer adornada de regio aderezo en la garganta. (42)

9. la cercanía de la selva arenosa, cubierta por ciervos de mirada inquieta, semejantes al loto azul y sumamente turbados, produce la emoción del corazón. (42)

14. el ansiado plantel de lotos con pétalos floridos habiendo abandonado las abejas; susurrantes y gratas al oído, caen confusas en las ruedas de plumas de los pavos reales, creyendo ser el tierno loto azul. (43)

15. los elefantes salvajes, enfurecidos con el estruendo de las nuevas nubes y bramando a cada momento, ofrecen los espacios de sus sienes, semejantes al inmaculado loto azul, cubiertos por destilaciones de máda y por enjambres de abejas. (43)

17. a los pándanos, nipas, árjunas, sarjas y kadambas, habiendo agitado y, por tanto, con sus flores perfumado el viento, fresco al contacto de la nube lluviosa, ¿a quién no causa ansiedad? (43-44)

18. con las cabelleras extendidas hasta las caderas, con olorosas flores formando guirnalda, con los bustos enjoyados y con las bocas saturadas de ron, las mujeres hacen surgir la alegría de los amantes. (44)

21. guirnaldas de pandanos, de nuevos késaras y de kadambas enlazadas en la cabeza, llevan las mujeres al presente y, en medio del oído, adornos de manojos de flores del árbol kakubhá, colocados al borde de las orejas. (44)

22. ungidos los miembros con abundante sándalo y áloe negro, perfumados los copetes de sus cabellos con guirnaldas de flores, oyendo el estrépito de las nubes, al anochecer, precipitadamente, las mujeres marchan de la morada paterna a la propia mansión. (44)

23. con tintes de loto azul, altas, colgadas por su carga de agua, empujadas por el suave céfiro, las nubes con el rayo de Indra avanzan lentamente, del mismo modo que es fascinado el corazón de las recién desposadas con caminantes, desoladas por la separación. (45)

24. como embriagada con las recientes flores de kadambas por doquiera, con los frondosos árboles, agitados por el viento; cual danzarina, como expresando sus sonrisas por las agujas de las ketakis, se ofrece la selva, absorbido el calor con la caída del agua. (45)

25. la guirnalda de bakulas, tejida de malatis con flores entreabiertas y capullos de yuthikas en la cabeza, constituye el adorno de las nuevas esposas, con kadambas recién florecidas. Del mismo modo, cual un amante, el cúmulo de nubes corona esta estación. (45)

27. habiéndose refrescado al contacto del agua nueva el viento, agitador de los árboles, inclinados al peso de sus flores, húmedo y bien oloroso con el polen de los pandanos, fascina las almas de los viandantes. (45)
EL OTOÑO

Al despuntar el alba, el viandante abre sus ojos y divisa en lontananza hermosos cotos de tierra, ya enrojecidos por el polen del bandhuka, ya tapizados por encerados de arroz; ora floreados de nínfeas rojas, çephalikas, lotos míticos y nínfeas blancas, ora coronados de floridas palmeras cabeceantes; bien verdinegros por los bosques de hoja perenne, bien perfumados de olores enebros y magnolias. (50)
Todo en él es argentado: la tierra por las cañas de azúcar, las noches por el brillo de la luna, las aguas de los ríos por la blancura de ánsares salvajes, los estanques por níveos lotos, los bordes de las selvas por alstonias escolares pletóricas de flores y los parques por el candor de los jazmines. (50)

Cabecean las palmeras, corvas por el peso de las flores. El ébano silvestre trasuda dulzura, que apiñadas abejas liban constantemente; y floridas las alstonias, nenúfares y árboles gigantes, cargados de epífitas, hacen languidecer al corazón humano. (51)

Como vencido por la hermosura de la naturaleza aparece Kama ahora: el paso lento de los ánsares supera al gracioso garbo de las mujeres; los lotos del día con su flor, la belleza de rostros femeninos; los lotos azules, el candor de ojos negros; las tenues ondas de los ríos, el pestañeo de las cejas, y el jazmín arábigo, la blancura de los dientes. (52)

1. vestido de caña de azúcar, del encantador aspecto del florido loto mítico,con deliciosa resonancia de ajorcas y graznido de ganso retozón, esbelto, reverencial y gracioso, como tallo de arroz maduro, ha llegado el otoño, atrayente, cual recién desposada. (53)

2. por las cañas de azúcar la tierra, por el brillo de la luna las noches, por los ánsares las aguas de los ríos, por níveos lotos los estanques, por las alstonias escolares pletóricas de flores los bordes de las selvas y por la blancura de los jazmines se hallan cubiertos de plata los parques. (53)

10. sacudiendo el feroz arrozal, corvo por el peso fructuoso; causando el cabeceo de las palmeras, inclinadas por las flores; meciendo en la selva el plantel de floridos lotos indios, al corazón de los mancebos el viento hace latir vehementemente. (55)

11. engalanados con parejas de gansos, embellecidos por lotos azules y nelumbios abiertos, brillantes y rizados suavemente a impulsos del céfiro, los estanques al espíritu, con fuerza, hacen languidecer. (55)

13. habiendo quedado privados de sus pomposas danzas los pavos, el júbilo invade a los gansos salvajes, cantores melodiosos. Abandonando a las nipas, sarjas, árjunas, kútajas y kadambas, ha llegado a las alstonias escolares el momento de su bella floración. (55)

14. arrobadores y fragantes con flores de çephalika; ecoicos de bandadas de pájaros, posadas en las ramas; bordeados de nenúfares, con ojos de antílopes, los parques hacen languidecer al corazón humano. (56)

17. por ánsares silvestres, el gracioso garbo de las mujeres superado es; por floridos lotos del día, la belleza de su rostro de luna; por lotos azules, sus ojos, inquietos a causa del madá, y por tenues ondas de ríos, el pestañeo de sus cejas. (56)

18. sombrías lianas –con vástagos arqueados por el peso de las flores- ofuscan la belleza de brazos femeninos, portadores de aderezos; como también a la gracia de su boca sonriente y a la nitidez de su dentadura el jazmín arábigo, entrelazado con flores de açoka (56)
ÇIÇIRA

Çiçira ha herido de muerte a la floresta: no reverdecen las yemas del açoka, kútajas, árjunas y kádambas; están pelados los bosques de hoja caduca, que antes eran frondosos y sombríos; y el Dekán se halla cubierto de rastrojos. (75)

5. mascado el betel, fragante la guirnalda, perfumado con esencia de flores el loto rojo de la cara, sahumadas de aromático agáloco, entran anhelosas las mujeres en la propia mansión. (80)

13. con la belleza de lotos áureos, con labios de tinte cobrizo, con zarcillos pendientes de las orejas, con el enrojecido ángulo de sus ojos al amanecer, con fases de bimba y cabellos teñidos sobre la espalda; cual diosas en medio del hogar, son halladas ahora las mujeres (81)

Como jóven Flora, siempre en flor… cual divino Hortelano, glorioso resplandecinte e inmortal, que ha roto las ligaduras de la muerte y la fría losa del sepulcro, acaba de venir por los cuatro puntos cardinales de la estación vernal.
Tal aumento de calor trae consigo el imperio del monzón del Noroeste, que a la savia de las plantas hace hervir y a estas vestirse de hermosura inconcebible. (85)

20. ¿Quién con las búteas, teñidas del color de papagayo, no es inflamado? ¿Quién por las floridas cañafístulas no es hecho feliz? Así, pues, los kokilas, una y otra vez, ellos, con sus dulces voces, oprimido el corazón de las jóvenes, ¡oh al de bello rostro!, cautivan.

29. Al bello lenguaje, con melodiosos cantos de alegres kokilas; al bruñido de sonriente dentadura, con brillo de flores de Kunda; y a la hermosura de los dedos, con nudos semejantes al coral, sobrepuja ahora la primavera de las mujeres amantes.

Las flores de Rtusámhara o curso de las estaciones. Kalidasa. Editorial Aguilar, traducción del sánscrito por Justo Ramos de Andres.
Fotografias Anastacia

Monja Blanca, flor nacional de Guatemala


La Monja Blanca, cuyo nombre científico es Lycaste Virginlais, proviene de la familia de las Orquídeas Epífitas (que viven encima de otras plantas).Actualmente, se registran mas de 35,000 especies de orquídeas y una característica especial de ellas, es que poseen un órgano llamado Pseudobulbo el cuál es un engrosamiento ligero en el tallo, para poder almacenar agua y así subsistir en las más duras circunstancias, y así adaptarse a su medio ambiente. A partir del pseudobulbo, crecen hojas largas las cuales producen flores, generalmente individuales y de forma triangular, y que miden de 10 a 15 cm. Una característica especial es que la tonalidad de las flores varía desde un blanco, pasando a rosado y puede llegar a ser lavanda.

La Monja Blanca es una planta hermafrodita capaz de producir millones de semillas dentro de un fruto en forma de cápsula. En el interior lleva un embrión el cuál para poder ser fecundado, necesita de un hongo en particular y es por eso que esta planta es muy escasa.

Generalmente se encuentra en los bosques húmedos de México, Guatemala, El Salvador y Honduras aunque mayormente se encuentra en Guatemala, concreta mente en los bosques de Verapaz , en la Sierra de Las Minas y en las faldas de los volcanes del occidente guatemalteco. Habita a una altitud promedio de 1, 659 msnm, una zona húmeda, en donde no sufre altas temperaturas durante el verano y bajas temperaturas en el invierno. Habita en las ramificaciones de los arboles leñosos en condiciones apropiadas respecto a la iluminación. Es muy sensible a los cambios de temperatura la cuál oscila entre los 27°C de día y los 18°C en la noche y la humedad ideal para su desarrollo está entre 50 y 70 por ciento.

En el año de 1933, Leticia M. de Southerland, presidenta de la exposición internacional de flores, presentada en Miami Beach, Florida, envió una sugerencia al actual gobierno de Guatemala de que el ejemplar expuesto de Lycaste skinneri alba fuese designado como flor nacional. Esta sugerencia fue consultada por el entonces presidente de la República, el General Jorge Ubico y este se vio en la necesidad de consultarlo con los expertos en la materia, entre ellos Ulises Rojas y Mariano Pacheco H. Otras entidades, como la Biblioteca Nacional y la Sociedad de Geografía e Historia también colaboraron con dicha información. Los expertos tomaron en cuenta la hermosura y rareza de esta flor estuvieron de acuerdo con la sugerencia, por lo que el 11 de febrero de 1934 la presidencia de la República emitió un decreto dando a la Monja Blanca la denominación de Flor Nacional.

El 9 de agosto de 1946, bajo el mando de Juan José Arévalo, se emitió un Acuerdo Gubernativo el cuál se limíta exclusivamente a la protección de la Monja Blanca y dice lo siguiente:

-Se prohíbe la libre recolección y exportación de la planta.
-Únicamente el Ministerio de Agricultura podrá aprobar la recolección y exportación.
-A los infractores se les aplicará una multa de Q. 25 (USD $3.37 a la fecha o la pena equivalente en la forma establecida por la ley.
-Un año después, se amplía dicho decreto y se prohíbe la libre recolección y exportación de la planta así como de los bulbos y sus flores.

Como dato curioso, en 1997 se comenzaron a acuñar monedas de a 50 centavos y en cuya cara aparece la Monja Blanca.

Texto y fotografia de Vladimir Bachez. ver más aquí
Licencia de Creative Commons 

Las flores de León de Greiff


Rojos vi y rubios, trémulos trigales
Al beso de los vientos cariciosos!
Sangrante de amapolas vi verde-azul eras!

Balada del tiempo perdido

Pero la noche sabe borrar esos rencores…
la noche!: dulce Ofelia despetalando flores…
la noche!: Lady Macbeth azarosa asesina!
Tergiversaciones

Y es el blasón soberbio de mi escudo,
que en un campo de lutos y de hielo
se erige como un loto vago y mudo…

¡Oh, la pereza!

Para la burla de Venus veleta
Mi corazón es el premio;
Y mi sonrisa, 
-flor de indiferencia-
Para las flechas de sagitario 
el amplio pecho, 
y mi sonrisa,
- Flor de cansancio -.
Nocturno Nº 2 en mi bemol (scherzo serioso )

Mágico espejo deslustrado, crisantemo perenne,
Paraíso de opios y de éteres!
Allegro non tanto

-Parece que fuera a nevar-
Tus manos, lánguidas y breves,
Pareja de lirios sin par!

Divagación nocturna

Por el camino en caracoles y en escalas;
Por el camino en lumbre tamizada de violetas;Por el camino en perfumes del viento que susurra;
Por el camino en perfumes ásperos del monte; 
Por el camino en músicas de las aguas dormidas
Y de las aguas que se despeñan. 
Relato de Claudio Montefavio 

Cazador fui por la selva de los sueños bizarros:
Ora cacé mariposas 
de azules visos y glaucos; 
insospechadas orquídeas; 
garzas de plumón nevados
Nenias

“Esta rosa fue testigo”
De ése, que si amor no fue,
Ningún otro amor sería.
Esta rosa fue testigo
De cuando te diste mía!
El día ya no lo sé
-Sí lo sé, mas no lo digo –
Esta rosa fue testigo
Ritornelo

La intercolumnia flor (“ser o no ser”.
En ello está el meollo: en Elsinor lo dijo Hamlet – pésimo amador:
Ofelia lo atestigua: intacto arder).
Sonetines

Con duras, finas palabras – rosas de luz, adamantes,
sardónicas y berilios, hefastitas, crisoprasas y granates.

Rosas de luz, peridotos, ópalos, rubíes, jades - ,
Sonatina Alla breve

Son esas flores céreas, las que labró el obrero…
Vagar y divagar sin ruta y sin sendero y sin meta. 
Solaces de pasión y pascua 

Sólo por ver la luz en tus pupilas
Entreabres tus párpados, oh noche!
Oh noche de amarantos!
Pradera de asfodelos y de lotos
Canción nocturna


Fotografía Marcefabi 

Las flores del Carmina Burana


El original Carmina burana es una colección de cantos de los siglos XII y XIII, que se han conservado en un único códice encontrado en 1803 por Johann Christoph von Aretin en la abadía de Bura Sancti Benedicti (Benediktbeuern), en Baviera; en el transcurso de la secularización llegaron a la Biblioteca Estatal de Baviera en Múnich, donde se conservan (Signatura: clm 4660/4660a). El códice recoge un total de 300 rimas, escritas en su mayoría en latín (aunque no con metro clásico), algunas partes en un dialecto del germano antiguo medio, y del francés antiguo. Fueron escritos hacia el año 1230 aproximadamente, posiblemente en la abadía benedictina de Seckau o en el convento de Neustift, ambos en Austria.

En estos poemas se hace gala del gozo por vivir y del interés por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, y con su crítica satírica a los estamentos sociales y eclesiásticos, nos dan una visión contrapuesta a la que se desarrolló en los siglos XVIII y segunda parte del XIX acerca de la Edad Media como una “época oscura”.

Texto tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Carmina_Burana

En el contexto de estos poemas, las flores respaldan la sensualidad y la belleza natural del sexo, el goce, el placer, por medio de la simbología mujer-flor aspectos estigmatizados por la iglesia de la época.

I.- FORTUNA IMPERATRIX MUNDI
2. Fortune plango vulnera

Fortune plango vulnera
stillantibus ocellis
quod sua michi munera
subtrahit rebellis.
Verum est, quod legitur,
fronte capillata,
sed plerumque sequitur
occasio calvata.

In Fortune solio
sederam elatus,
prosperitatis vario
flora coronatus;
quicquid enim florui
felix et beatus,
nunc a summo corrui
gloria privatus.

Fortune rota volvitur:
descendo minoratus;
alter in altum tollitur;
nimis exaltatus
rex sedet in vertice
caveat ruinam!
nam sub axe legimus
Hecubam reginam.

II.- PRIMO VERE
3. Veris leta facies

Veris leta facies
mundo propinatur,
hiemalis acies
victa iam fugatur,
in vestitu vario
Flora principatur,
nemorum dulcisono
que cantu celebratur.
Flore fusus gremio
Phebus novo more
risum dat, hoc vario
iam stipate flore.
Zephyrus nectareo
spirans in odore.
Certatim pro bravio
curramus in amore.
Cytharizat cantico
dulcis Philomena,
flore rident vario
prata iam serena,
salit cetus avium
silve per amena,
chorus promit virginum
iam gaudia millena.

III. UF DEM ANGER
7. Floret Silva Nobilis

Floret silva nobilis
floribus et foliis.
Ubi est antiquus
meus amicus?
Hinc equitavit,
eia, quis me amabit?
Floret silva undique,
nach mime gesellen ist mir we.
Gruonet der walt allenthalben
wa ist min geselle alse lange?
Der ist geriten hinnen,
o wi, wer sol mich minnen?

V.COUR D'AMOURS
17. Stetit puella

Stetit puella
rufa tunica;
si quis eam tetigit,
tunica crepuit.
Eia.
Stetit puella
tamquam rosula;
facie splenduit,
os eius fioruit.
Eia.

20. Veni, veni, venias

Veni, veni, venias.
Veni, veni, venias,
ne me mori facias
hyrca, hyrca, nazaza,
trillirivos...
Pulchra tibi facies
oculorum acies,
capillorum series,
o quam clara species!
Rosa rubicundior,
lilio candidior
omnibus formosior,
semper in te glorior!

VI.- BLANZIFLOR ET HELENA
24. Ave formosissima

Ave formosissima,
gemma pretiosa,
ave decus virginum,
virgo gloriosa,
ave mundi luminar
ave mundi rosa,
Blanziflor et Helena
Venus generosa!
I.- FORTUNA EMPERATRIZ DEL MUNDO
2. Llanto por las ofensas de Fortuna

Lloro por las ofensas de Fortuna
con ojos rebosantes,
porque sus regalos para mí
ella rebeldemente se los lleva.
Verdad es, escrito está,
que la cabeza debe tener cabello
pero frecuentemente sigue
un tiempo de calvicie.

En el trono de Fortuna
yo acostumbraba a sentarme noblemente
con prosperidad
y con flores coronado;

evidentemente mucho prosperé
feliz y afortunado,
ahora me he desplomado de la cima
privado de la gloria.

La rueda de la Fortuna gira;
un hombre es humillado por su caída,
y otro elevado a las alturas.
Todos muy exaltados;
el rey se sienta en la cima,
permítanle evitar la rutina
ya que bajo la rueda leemos
que Hécuba es reina.

II.- PRIMAVERA
3. La cara jovial de la Primavera

La cara jovial de la primavera
está de frente al mundo;
la severidad del invierno
ahora huye derrotada
con variada vestimenta.
Flora reina,
y en el espeso bosque
es alabada con agradables himnos.

Postrado en el regazo de Flora,
Febo nuevamente
ríe con mas de una
flor a la que está unido.
Céfiro con dulce aliento
perfuma su camino.
Nos abandona raudo
para competir por el premio del amor.
Aves cantando,
dulce Filomena;
varias flores sonrientes
en prados apacibles;
una bandada de pájaros revolotea
por el bosque placentero,
y un coro de doncellas ofrece,
felicidad por millares.

III.- EN EL JARDÍN
7. El noble bosque florece

El noble bosque florece
con flores y hojas.
¿Dónde esta mi
viejo amante?

Se ausentó de aquí...
¡ay! ¿quién me amara?
El bosque florece por doquier
y yo añoro a mi amante.
Si el bosque está verde por doquier,
¿por qué mi amante está tan lejos?
Él se ha ido de aquí,
¡ay! ¿quién me amará?

V. LA CORTE DE AMOR
17. Una muchacha se detuvo

Una muchacha se detuvo
con una túnica roja;
alguien la tocó
y la túnica se rompió.
¡ay!
Una muchacha se detuvo,
era como un botón de rosa,
su cara era radiante,
su boca una flor.

¡ay!

20. Ven, ven, ven

Ven, ven, ven.
Ven, ven, ven,
no me hagas morir,
hyrca, hyrce, nazaza,
trillirivos ...
Tu hermoso rostro,
el brillo de tus ojos,
los rizos de tu cabello,
¡oh que gloriosa criatura!
Más roja que la rosa,
más blanca que el lirio,
más bella que todo,
¡siempre te glorificaré!


VI.- BLANCAFLOR Y HELENA
24. Salve, hermosísima

Salve, hermosísima,
gema preciosa,
salve, gloria de las doncellas,
gloriosa doncella,
salve, luz del mundo,
salve, rosa del mundo,

Blancaflor y Helena,
¡Venus generosa!

Las flores de Oliverio Girondo


¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro,
la de sorber el polen de las rosas!
VEINTE POEMAS PARA SER LEÍDOS EN EL TRANVÍA
RIO DE JANEIRO

¡Siete veces al día, se riegan las calles con agua dejazmín!
Hay viejos árboles pederastas, florecidos en rosas té;
y
viejos árboles que se tragan los chicos que juegan al arco
en los paseos. Frutas que al caer hacen un huraco enorme
en la vereda; negros que tienen cutis de tabaco, las palmas
de las manos hechas de coral, y sonrisas desfachatadas de
sandía.

MILONGA

Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.

VENECIA

Bogan en la Laguna, “dandys” que usan un lacrimatorio
en el bolsillo con todas las iridiscencias del canal, mujeres
que han traído sus labios de Viena y de Berlín para saborear
una carne de color aceituna, y mujeres que sólo se
alimentan de pétalos de rosa, tienen las manos incrustadas
de ojos de serpiente, y la quijada fatal de las heroínas
d’Annunzianas.

EXVOTO

A las chicas de Flores
Las chicas de Flores,tienen los ojos dulces, como las
almendras azucaradas de la Confitería del Molino, y usan
moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de
mariposa.
Las chicas de Flores, se pasean tomadas de los brazos,
para transmitirse sus estremecimientos, y si alguien las
mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el
sexo se les caiga en la vereda.
Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar
del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos
se empurpuren al sentirlas desnudas, y de noche, a
remolque de sus mamas —empavesadas como fragatas—
van a pasearse por la plaza, para que los hombres les
eyaculen palabras al oído, y sus pezones fosforescentes se
enciendan y se apaguen como luciérnagas.
Las chicas de Flores, viven en la angustia de que las
nalgas se les pudran, como manzanas que se han dejado
pasar, y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a
veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé,
ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos
y arrojárselo, a todos los que les pasan la vereda.
Buenos Aires, octubre, 1920.

LAGO MAYOR
“HUMILITAS”

Jardines que se derraman en el lago en una cascada de
terrazas, y donde los pavos reales abren sus blancas
sombrillas de encaje, para taparse el sol o barren, con sus
escobas incrustadas de zafiros y de rubíes, los caminos
ensangrentados de amapolas.

VERONA

¡Guitarras! ¡Mandolinas! ¡Balcones sin escalas y sin
Julietas! Paraguas que sudan y son como la supervivencia
de una flora ya fósil. Capiteles donde unos monos se
entretienen desde hace nueve siglos en hacer el amor.


ESPANTAPÁJAROS
(AL ALCANCE DE TODOS)


1
No se me importa un pito que las mujeres tengan los
senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de
durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a
cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.

2
El mismo embajador de Inglaterra, un inglés reseco en el
protocolo, con un bigote usado, como uno de esos cepillos
de dientes que se utilizan para embetunar los botines, en
vez de aceptar la copa de champagne que le brindaban, se
arrodilló en medio del salón para olfatear las flores de la
alfombra,
y después de aproximarse a un pedestal, levantó
la pata como un perro.

7
Amor con una gran M, con una M mayúscula, chorreado
de merengue, cubierto de flores blancas...

Amor espermatozoico, esperantista. Amor desinfectado,
amor untuoso...

13
A patadas con el cuerpo de bomberos, con las flores
artificiales, con el bicarbonato.
A patadas con los depósitos
de agua, con las mujeres preñadas, con los tubos de
ensayo.

16
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de
sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser
tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de
una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!


23
Solidario de las carteras, de los ballenatos y de los fraques.
Solidario de los sirvientes y de las ratas que circulan en el
subsuelo, junto con los abortos y las flores marchitas.



PERSUASIÓN DE LOS DÍAS

TESTIMONIAL

por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la edulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,

a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,

NOCTURNOS

CANSANCIO

cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

POEMAS SUELTOS

NOCTURNO

—¿qué recuerdo se asoma a esa ventana?—
me aproximo a mujeres amapola
—¿por qué, por qué amapola?—

entre zaguanes
de aliento canallesco y voz gastada,
tan cerca, en este instante,
entre la borra
nocturna, aquí también,
¡y tan amarga!
—allá lejos, ¿por qué
siempre amapola?—
ya casi colindando con la aurora.


ENCALLADO EN LAS COSTAS DEL PACÍFICO

Huye con ella en llamas del brazo de su miedo
tómala de las rosas si prefieres llagarte la corteza

pero abandona el eco de ese hipomar hidrófobo
que fofopulpoduende te dilata el abismo con sus viscosos ceros
absorbentes
cuando no te trasmuta en migratorio vuelo circunflexo de
nostalgias sin rumbo.
 

Fotografía: Anastacia
 

Las flores de Edgar Allan Poe


TAMERLÁN (fragmento)
¡Oh corazón ansioso por las flores perdidas
y el soleado esplendor de mis horas estivales!
La voz inextinguible de aquel tiempo ya muerto,
con su repiqueteo interminable,
suena, en el espíritu de un hechizo,
sobre tu vaciedad un toque de difuntos.
(15)


AL AARAAF (fragmento)
PARTE I
¡Oh, nada terrenal excepto el rayo
(devuelto por las flores) de la mirada de la belleza,
como en esos jardines en que el día
surge desde las gemas de Circasia…
Oh, nada terrenal excepto la emoción
de un cantarino arroyo por el bosque…
o (música de quien tiene un corazón apasionado)
la vos de la alegría, con tal paz emitida
que, como el rumor en la caracola,
su eco perdura y ha de perdurar…
oh, nada de esta escoria nuestra,
sino toda la belleza, todas las flores
que nuestro amor aprecia y ornan nuestras glorietas,

embellecen tu mundo tan lejano,
lejano, estrella errante!
[…]
Apresuradamente se arrodilló en un lecho
de flores: de lirios cual los que erguían la cabeza

sobre el hermoso cabo Deucato y brotaban
en derredor, impacientes de pender
sobre los errantes pasos –profundo orgullo-
de aquella que amó a un mortal y por ello murió.
La sefálica, que brotaba con las jóvenes abejas,
alzaba su tallo purpúreo en torno a sus rodillas,
y una flor enjoyada, mal llamada de Trebisonda,
moradora de los más altos astros, donde avergonzó antaño
a toda otra belleza, su meloso rocío
(el néctar fabuloso que conoció el pagano),
hasta el delirio dulce, lo vertió desde el cielo
y cayó en los jardines de los no perdonados
en Trebisonda y en una flor solar

tan semejante a la suya propia allá arriba
que aún sigue, torturando a la abeja, hasta esta hora
con la locura y un insólito ensueño:
En el cielo y en sus alrededores la hoja
y la flor de la planta fantástica, en aflicción
desconsolada permanece,
aflicción que inclina la cabeza
arrepintiéndose de locuras hace tiempo pasadas,
alzando el blanco seno al aire embalsamado
cual belleza culpable, sumisa y más hermosa.
También la nictantes, tan sagrada como la luz,
que teme al perfume, perfumando la noche;
y la clita vacilante entre muchos soles,
mientras ínfimas lágrimas por sus pétalos fluyen;
y aquella ambiciosa flor que brotó de la tierra
y murió casi antes de alzarse al nacimiento

quebrando su oloroso corazón en espíritu
para marchar al cielo, desde el jardín de un rey;
y el loto valisnerio, que escapó
de su lucha con las aguas del Ródano;
¡y tu muy adorable purpúreo perfume, oh Zante!
¡Isola d`Oro! ¡Fior di Levante!

¡Y el botón de nelumbo que para siempre flota
con el Cupido indio por el río sagrado;
bellas flores, ¡fantásticas!, que tienen la tarea
de llevar entre aromas hasta el cielo el canto de la diosa:!

[…]
 
PARTE II
[…]
“Bajo el jacinto o la flámula
o el manojo de flores silvestres

que protege al durmiente
de la luz de la luna,
oh seres brillantes que caviláis,
entornados los ojos,
sobre los astros que vuestro asombro
ha desprendido de los cielos
hasta brillar entre la sombra
y bajar hasta vuestra frente
cual los ojos de la doncella
que ahora mismo os visita,
levantaos de vuestro sueño
en enramadas violetas,…”

(61-77)


A HELENA (fragmento)
En arriesgados mares habituada a vagar,
tu cabello de Jacinto, tu rostro clásico,
tus aires de náyade me han traído en casa
a la gloria que fue Grecia
y a la grandeza que fue Roma.
(103)

ISRAFEL (fragmento)
El cielo es tuyo, sí, pero este mundo
lo es de dulzuras y de amarguras;
nuestras flores son, simplemente flores,
y la sombra de tu perfecta dicha
es la luz del sol de la nuestra.
(107)

LA CIUDAD DEL MAR (fragmento)
En templos, en murallas cual las de Babilonia,
en umbrías glorietas. Hace mucho olvidadas,
con hiedras esculpidas y con flores de piedra;
en muchos, muchos maravillosos santuarios
cuyos frisos ornados entretejen
la viola, la vid y la violeta.

(111)

LA DURMIENTE (fragmento)
La mata de romero cabecea en la tumba;
el lirio sobre la onda se recuesta;

envolviendo su seno con la niebla,
la ruina en su quietud se desmorona;
semejante a Leteo. ¡ved!, el lago
en un sueño consciente parece recogido
y ni por todo el mundo querría despertar.
¡Toda belleza duerme! ¡y mira dónde
yace Irene, con sus destinos!
(115

EL VALLE DE LA INQUIETUD (fragmento)
Sobre las violetas que allí se encuentran
en miles de ejemplares para la visión humana;
sobre los lirios que allí ondean
y lloran sobre una sepultura sin nombre!

Ondean: de sus fragantes corolas
caen gota a gota rocíos eternos.
Lloran: de sus delicados tallos
descienden en gemas lágrimas perennes.
(121)



A ALGUIEN EN EL PARAÍSO (fragmento)
Fuiste para mí todo aquello, amor,
por lo que mi alma suspiraba;
una isla verde en el mar, amor,
una fuente y un altar,
adornado con frutas y con flores fantásticas,
y todas las flores eran mías.

(131)


A F… (Fragmento)
¡Amada! En medio de las muy grandes penas
que se agolpan en torno a mi camino terrenal
(terrible camino, ¡ay!, donde no crece
ni siquiera una rosa solitaria),

mi alma por fin un solaz tuvo
en sueños de ti, y en ellos conoce
un edén de dulce reposo.
(137)

A ZANTE. Soneto
¡Isla hermosa, que de la más hermosa de las flores
tomas el más gentil de los gentiles nombres!

¡Cuántos recuerdo de cuan radiantes horas
despierta de inmediato tu visión!
¡Cuántos escenarios de felicidad perdida!
¡Cuántos pensamientos de esperanzas sepultadas!
¡Cuántas visiones de una doncella que ya
no está, no está en tus verdes laderas!
¡Ya no! ¡ay, ese mágico y triste sonido
que todo lo transforma! ¡Tus encantos ya no me deleitarán,
tu recuerdo tampoco! ¡Por suelo maldito
tendré en adelante tu costa esmaltada de flores!
¡Oh isla Jacinta!¡Oh purpúrea Zante!
“¡Isolda d´Oro! ¡Fior di Levante!”

(187)
A HELENA (fragmento)
Donde viento alguno osaba moverse sino de puntillas;
Cayó sobre los erguidos rostros de estas rosas,
que exhalaron, a cambio de la luz de amor,
sus almas olorosas en una muerte extática;
cayó sobre los erguidos rostros de estas rosas,
que sonrieron y murieron en su parterre, encantadas
por ti y por la poesía de tu presencia.
(245)
PARA ANNIE (fragmento)
Mi espíritu atormentado
reposa aquí blandamente
olvidando, o a lo menos
nunca añorando sus rosas,
sus viejas preocupaciones
por los mirtos y las rosas.

(257)

A… (Fragmento)
A destruir la flor perfecta y luminosa,
sino que todo es silencioso y bello
y doradas arenas proclaman esa hora
que no trae ningún mal.
(293)

Citas tomadas de Edgar Allan Poe, Poesía completa Edición bilingüe. (2005).Traducción de María Condor y Gustavo Falaquera. España: Poesía Hiperión, 370.